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Entre la figuración mágica y el surrealismo: Iñigo Navarro frente a Goya
Entre la figuración mágica y el surrealismo: Iñigo Navarro frente a Goya
Iñigo Navarro (Madrid, 1977) se ha convertido en uno de los nombres imprescindibles de la figuración contemporánea. Su obra, de atmósferas inquietantes, se acerca más a la tradición del centro y el norte de Europa que a la española, con influencias que van desde los retratos turbadores de Michaël Borremans hasta el realismo mágico de Neo Rauch. En paralelo, mantiene un pie en la pintura del Siglo de Oro, con una paleta austera y fondos sobrios que evocan a Velázquez.
En esa combinación surge un lenguaje propio: escenas oníricas en las que lo cotidiano se transforma en extraordinario. Galgos gigantes corren al atardecer, disputas absurdas se libran por balones rojos y figuras enmascaradas, a medio camino entre lo festivo y lo perturbador, se convierten en universales. La pintura de Navarro convoca la belleza, pero también la ironía y la melancolía, en una tensión constante que recuerda al cine de su admirado Berlanga.
La relación con Goya atraviesa tanto su formación como su mirada artística. De niño, el futuro pintor observaba a su madre restaurar cuadros del aragonés en el Museo del Prado, un contacto íntimo con el maestro que más tarde marcaría sus obsesiones pictóricas. Hoy, ese vínculo sentimental y estético se convierte en un diálogo explícito.
El Museo Lázaro Galdiano acogerá desde el 25 de septiembre 'Ayer pisó tu sombra un tigre', primera exposición institucional de Navarro en España. La muestra, abierta hasta finales de noviembre, enfrentará sus lienzos de gran formato con piezas de la colección permanente del museo, con Goya como epicentro de una conversación entre tradición y contemporaneidad, entre lo clásico y lo inesperado.