Sociedad

La pobreza infantil alcanzará a 86 millones de niños

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La pobreza infantil alcanzará a 86 millones de niños

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El aumento más considerable podría registrarse en Europa, hasta un 44 por ciento, mientras que en América Latina puede alcanzar el 22 por ciento de los niños.
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Las repercusiones económicas de la pandemia de la Covid-19 podría provocar que, para finales de 2020, otros 86 millones de niños se sumen a todos aquellos que ya se encuentran viviendo en hogares pobres; esto se supone un aumento de un 15%, según un nuevo análisis publicado por la organización no gubernamental Save the Children y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, su sigla en inglés).

En el análisis se pone de manifiesto que, si no se toman medidas urgentes para proteger a las familias de las dificultades económicas planteadas por la pandemia, el número total de niños que viven por debajo del umbral de pobreza podría alcanzar los 672 millones a finales de este año.

El aumento más considerable, de hasta un 44%, podría registrarse en los países de Europa y Asia Central, mientras que en América Latina y el Caribe podría producirse un aumento del 22%.

"La pandemia del coronavirus ha desencadenado una crisis socioeconómica sin precedentes que está agotando los recursos de las familias de todo el mundo", afirma Henrieta Fore, directora ejecutiva de UNICEF. “El alcance y la profundidad de las dificultades económicas que están afrontando las familias podrían revertir años de avances en la reducción de la pobreza infantil y privar a los niños de los servicios esenciales. Sin una acción consensuada, las familias a las que ya les cuesta salir adelante podrían caer en la pobreza, y las familias más pobres podrían enfrentarse a niveles de escasez que se han visto en décadas".

El informe advierte de que la repercusión de la crisis económica mundial ocasionada por la pandemia y derivada de las políticas de contención tiene dos vertientes. Por un lado, la pérdida inmediata de los ingresos hace que las familias encuentren más dificultades para obtener productos básicos como agua y comida, tengan menos probabilidades de acceder a la atención médica o la educación, y estén más expuestas al peligro del matrimonio infantil, la violencia, la explotación y el abuso. Por otro lado, las organizaciones humanitarias advierten que cuando tiene lugar una contracción fiscal, el alcance y la calidad de los servicios de los que dependen las familias también puede disminuir.

En ese sentido, Inger Ashing, directora de Save the Children International, explica que "las terribles repercusiones de la pandemia de la Covid-19 sobre la pobreza afectarán más duramente a los niños, que son altamente vulnerables incluso a periodos breves de hambre y desnutrición que podrían afectarle al resto de su vida. Si actuamos con prontitud y firmeza, podremos prevenir y contener los riesgos que plantea la pandemia. Este informe debería ser una llamada de atención para el mundo. La pobreza no es inevitable para los niños".


Problemática que no es nueva

Antes de la pandemia, dos terceras partes de los niños del mundo carecían de acceso a cualquier forma de protección social, lo cual impide a las familias resistir las crisis financieras y perpetúa el ciclo vicioso de la pobreza intergeneracional.

Cientos de millones de niños siguen viviendo en la pobreza multidimensional, es decir, carecen de acceso a atención médica, educación, una nutrición adecuada y una vivienda digna, lo cual suele ser un reflejo de la desigualdad de las inversiones en los servicios sociales por parte de los gobiernos.

Para abordar y mitigar los efectos de la Covid-19 sobre los niños de los hogares pobres, Save the Children y UNICEF instan a ampliar rápidamente y a gran escala los sistemas y los programas de protección social, tales como las transferencias en efectivo, la alimentación escolar y las prestaciones por hijos a cargo, todas ellas inversiones fundamentales que abordan las necesidades económicas inmediatas y sientan las bases para que los países se preparen para futuras crisis.

Asimismo, los gobiernos deben invertir en otras intervenciones en materia de protección social, políticas fiscales, empleo y mercado laboral, con el fin de proteger a las familias. Esto incluye ampliar el acceso universal a una atención de la salud de calidad y a otros servicios, así como invertir en políticas favorables a la familia, como las licencias remuneradas y los servicios de atención para los niños.

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