Burn no es solo una canción: es una descarga física, una experiencia que late al ritmo del corazón acelerado de su creador. Street Fever, el artista anónimo de performance y sonido radicado en Boise, Idaho, la compuso en medio de raves en almacenes de Los Ángeles, diseñándola para el momento exacto en que la multitud y la máquina se funden. «Burn me exige al máximo cuando la interpreto en vivo, que es donde nació: en la pista, en el cuerpo, en la respiración acelerada», confiesa.

El sencillo, que se lanza bajo el sello Breathing Records como parte de la compilación Inhale Vol. I (disponible digitalmente el 14 de noviembre), despliega toda la potencia estética de Street Fever: una mezcla inconfundible de hardcore, rap, techno industrial, EBM, noise, electro, pop y música clásica, tejida con una intensidad casi espiritual.

Detrás de esa fuerza hay una biografía marcada por la resistencia. Street Fever ha sobrevivido a una condena en una prisión tailandesa, una crisis de salud mental y un proceso de desintoxicación. Cada frecuencia, cada ruptura rítmica, lleva el eco de esa reconstrucción personal. Burn se convierte así en una metáfora encendida de sobrevivir bailando, de prender fuego al pasado para seguir avanzando.

Tras su álbum Absolution (2024), donde consolidó su visión más expansiva, el artista continúa explorando los límites entre sonido y performance. Con Burn, Street Fever reafirma que la pista también puede ser un espacio de catarsis y redención: un lugar donde el ruido se convierte en sanación, y el beat en una forma de libertad.