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El blanco y negro, junto a la ironía, las señas de identidad del fotógrafo Elliott Erwitt
El blanco y negro, junto a la ironía, las señas de identidad del fotógrafo Elliott Erwitt
El fotógrafo estadounidense Elliott Erwitt (1928-2023) ha pasado a formar parte de la historia de la fotografía por su capacidad de encontrar y capturar lo extraordinario en lo ordinario y de mostrar la comicidad que se encuentra en la humanidad. La narrativa de su obra es la historia de la vida misma. Para él, la fotografía «cuando es buena, es bastante interesante, y cuando es muy buena, es irracional e incluso mágica […] Cuando surge la fotografía, lo hace fácilmente, como un regalo que no debe ser cuestionado ni analizado».
La humanidad de sus obras hace referencia a la mirada del fotógrafo, por la conexión emocional que crea con lo retratado. Lejos de la planificación y de una metodología inmutable, el trabajo de Erwitt es fruto del placer diario de salir al encuentro de la imagen, combinado con una maestría absoluta de la técnica fotográfica.
Las ocurrencias visuales que inundan sus fotografías despiertan una sonrisa cómplice en el espectador, haciéndole partícipe del espectáculo de la comedia humana. A lo largo de su obra, se puede observar cómo encontraba humor en lo peculiar del comportamiento humano, en sus escenas callejeras o en la intimidad de lo doméstico que inmortalizó con su cámara.
Son el uso del blanco y negro, junto a la ironía, las señas de identidad de este artista. Aunque una pequeña parte de su producción fotográfica es en color –la más comercial, aquello que consideraba «trabajo»–, según Erwitt, «el color es descriptivo. El blanco y negro es interpretativo». En sus instantáneas, el color se reduce para dejar paso a lo esencial: las intensidades de los tonos, que ocultan una cosa y resaltan otra, y ofrecen una interpretación más libre, más expresiva y emotiva de la realidad.