ER
Este proyecto es la continuación de la exposición Fotografía pública, presentada hace 20 años y que reunía una selección de revistas, carteles y libros publicados en los años de entreguerras y que reivindicaba que el lugar de las fotos estaba tanto en una pared como en una página impresa.
A través de esta exposición se intenta demostrar que en aquellos años 60 todo se vendía con fotos: mercancías y experiencias, noticias e ideas, la música, el arte o la literatura, incluso la política.
La importancia de la fotografía en las revistas, la propaganda, la publicidad, etc. jamás ha sido mayor. Los reportajes fotográficos eran best-sellers capaces de generar opinión pública en asuntos como la guerra del Vietnam. Las editoriales publicaron multitud de fotolibros, entre ellos las obras maestras de Richard Avedon, Eikoh Hosoe, Kikuji Kawada, William Klein, Irving Penn, Shomei Tomatsu o Ed van der Elsken. Los artistas encontraron la fotografía. Fue el tiempo de la música pop, distribuida en discos con fundas fotográficas. Los rostros de las estrellas musicales y demás ídolos de masas protagonizaron la moda de los posters, que se colaban en los hogares sin dejar las calles, atestadas de carteles cinematográficos, propaganda política y anuncios de conciertos, algunos tan brillantes como los de la escena psicodélica californiana.
“Los años sesenta son el último momento optimista del siglo pasado”, explica Horacio Fernández, comisario de la exposición. “Una época capaz de vivir al día y proponer utopías que las publicaciones fotográficas cuentan y muestran con todo detalle. Un viaje estimulante que incluye las guerras coloniales, las revueltas contra la segregación racial y la lucha por los derechos civiles, los asesinatos de Kennedy, Luther King o el Che Guevara: la Beatlemanía y el Swinging London, las comunas hippies, la liberación sexual, el amor libre, el feminismo, Woodstock y Monterrey, la vida de la calle o los paraísos artificiales. Todo, todo lo que sucede en esos años se encuentra en las fotos impresas”.
“Los sesenta fueron los años cumbre de la fotografía pública”, prosigue Horacio Fernández. “Lo que había empezado en los años veinte, duró hasta los setenta, cuando la televisión y lo demás que ha venido después se quedó con el pastel completo. A partir de ese momento, las revistas ilustradas empezaron a desaparecer y con ellas comenzó también el declive de una profesión que había vivido sus días de gloria sin que casi nadie se diera cuenta. Una profesión que esta exposición celebra y a la que rinde homenaje”.