Cuando barbarie parece imponerse al silencio, Todos somos Gaza irrumpe como un himno de humanidad. La canción —compuesta por Carlos M. Jara, producida por Soma— es la pieza central del documental homónimo dirigido por Hernán Zin, cuya presentación está prevista para diciembre y su estreno mundial para inicios de 2026.

Imagen de la violencia indiscriminada sobre la ciudad de Gaza (Fotografía de © Mohammed Abed).

Zin, reconocido por su trabajo en Nacido en Gaza (2014), vuelve una década después para reencontrarse con aquellos niños que una vez retrató bajo las bombas. Hoy, convertidos en jóvenes adultos, vuelven a hablarle al mundo, y su testimonio se convierte en un espejo incómodo que refleja la descomposición moral de nuestra época.

«Ante el peor crimen del siglo XXI, necesitamos unirnos todos. Esta maravillosa canción, que estremece y alienta al activismo, es lo que nos hace falta para sumar fuerzas y luchar para que pare la barbarie», afirma Hernán Zin, quien ideó el proyecto como un puente entre el arte y la resistencia.

En el tema participan Rozalén, Marwán, Porta, Ambkor y El Chojín, voces que mezclan hip hop, orquesta sinfónica y mensaje de denuncia, dando forma a una composición tan poderosa como emotiva. En el videoclip se suman Pepe Viyuela, Cecilia Gessa, Gorka Otxoa y Nerea Barros, junto a activistas y colectivos que aportan su presencia como gesto político y solidario. Las imágenes del documental se entrelazan con la interpretación coral de los artistas, acompañados por la orquesta Mad4Strings y el Coro Filarmonía de Madrid, logrando una pieza que conmueve por su belleza y por su capacidad para movilizar conciencias.

Durante 24 meses de rodaje en Gaza, el director Hernán Zin y un equipo de valientes cineastas palestinos documentaron ataques a hospitales, escuelas y universidades. Lo que podría haber sido sólo un registro del horror se transforma, bajo la mirada del director, en un relato de resistencia y dignidad.

Más allá del cine y la música, Todos somos Gaza es una declaración de principios: una invitación a mirar, sentir y actuar. En un mundo anestesiado por la sobreinformación, el arte vuelve a recordarnos que la empatía también es una forma de lucha.

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