'Me Falta una Teta', un relato sin filtros ni drama sobre el cáncer de mama
'Me Falta una Teta', un relato sin filtros ni drama sobre el cáncer de mama
Cuando el médico le coge las manos para anunciarle que tiene cáncer de mama, lo primero que teme Raquel, guionista y madre soltera de un niño de cuatro años, no es perder la teta, sino su pelazo, y encima justo cuando acababa de hacerse el alisado de queratina. A medida que asimila la noticia y arranca el tratamiento, el miedo se asienta como un fiel compañero de viaje, al que ella pone a raya a golpe de un humor descarado y sin complejos.
Raquel Haro nos ofrece una lección magistral sobre cómo recorrer uno de los trayectos más oscuros de la vida sin perder la esperanza ni el sentido del humor. Pero, sobre todo, y acaso más importante, nos enseña qué hacer cuando tu hijo te quita la peluca en medio del parque, cuando pierdes la prótesis saltando en un concierto de Rigoberta Bandini o tu nuevo ligue no quiere verte sin teta.
"Soy Raquel Haro, una guionista de humor separada que cría a su hijo de cuatro años en una gran ciudad con ayuda de sus amigas. Un día, después de un año muy complicado por la pandemia, el confinamiento, mi separación y la injustísima papitis de mi hijo, descubrí que tenía un bulto en el pecho que resultó ser un tumor maligno. Mi vida era un drama de gordos. Sin embargo, quise escribir mi historia desde otro lugar, sin blanquear el sufrimiento, pero huyendo del victimismo y tratando siempre de convertir el dolor en risa", relata la guionista y creadora del blog, también titulado, Me Falta una Teta.
Me Falta una Teta, libro que sale a la venta el 2 de febrero, es un testimonio rebosante de ternura, humor y desparpajo que recorre el camino que siguió su autora durante la etapa más difícil de su vida. Tras ser diagnosticada gracias a un ligue de una noche, Raquel debe afrontar su evaluación médica y embarcarse en un largo tratamiento. En este libro la acompañaremos a través de todas fases del proceso: la quimio roja ("que te deja abatida"), la quimio blanca ("que te pone a tope"), la cirugía de extirpación de pecho y ganglios, así como las sesiones de radioterapia. Y lo más difícil: la aceptación de su nuevo cuerpo.