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Muchas cosas puedo decir de Berlín, tal vez suenen a topicazo, pero si tienes la suerte de recorrer sus calles, tomarte una cerveza en sus bares o bailar en sus clubes, me entenderás y, como me pasa a mi, tendrás la sensación de que Berlín siempre ha sido tu ciudad.
Tiene algo que acoge, que te hace sentir parte de ella. Será porque es un sitio de inmigrantes, alemanes, europeos y de todo el mundo, y esa mezcla genera un entorno amigable para todo aquel que la visita. Es una ciudad multicultural, pero de verdad, no de slogan, y eso le otorga un aire único, especial. Todos aportan algo, y ese popurrí de culturas se mezclan de manera armónica. Sólo espero que esa armonía no se rompa, visto lo visto y contemplando con preocupación el avance de la ultraderecha en toda Europa, cruzo los dedos para que esa tontería no se masifique también en Berlín... pero bueno, esa es otra historia
También podría decir que Berlín no es una ciudad bella arquitectónicamente dicho, no es Roma ni París, su encanto mas bien radica en una especie de decadencia física, esa que provoca el paso de los años, la experiencia, los infortunios, la mala vida, pero que pese a los sobresaltos mantiene esa fascinación misteriosa, como si de una femme fatale se tratara, sexual e insaciable, pecaminosa e intratable. Alguien por ahí la supo definir a la perfección, Berlín es pobre pero sexy. De pobre queda poco, cada vez va cogiendo esos malos hábitos de las capitales europeas, muchas veces presumidas y ostentosas, pero por suerte Berlín sigue siendo, no diré pobre, porque no lo es, pero sí sencilla, y por supuesto sigue siendo sexy y decadentemente bella.
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