ER
En medio de la pandemia, el pasado 21 de mayo la Armada de Chile conmemoró la muerte del héroe militar Arturo Prat, ocurrida en el año 1879 durante el combate naval de Iquique, donde una división lastre chilena enfrentó a los dos buques más poderosos de la Armada de Perú.
El hecho, reconocido como símbolo del patriotismo, motivó al triunfo de Chile en la guerra del Pacífico que se extendió hasta el año 1884 y que tuvo como consecuencia la incorporación al territorio chileno de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
Con el término del conflicto bélico y la adjudicación del desierto de Atacama, rico en minerales como cobre y litio, Chile comercializó salitre con el mundo entero a través del monopolio de una industria extractiva controlada por extranjeros, principalmente ingleses, propietarios del capital, los yacimientos y la tecnología.
Fue así como la denominada gesta heroica de Prat significó el inicio de un proceso modernizador del estado, que fortaleció la burocracia y el sistema público, promovió la construcción de obras portuarias, ferroviarias y colegios, además de proyectar el mercado agrícola nacional.
Pampinos
Finalizada la guerra y durante las tres primeras décadas del siglo XX, surgió una migración masiva hacia los territorios conquistados. “Peones que pasaron a soldados y a obreros del salitre”, describió en su libro Caliche el escritor iquiqueño Luis González Zenteno. Dicho proceso facilitó la llamada chilenización del territorio y, a su vez, derivó en movimientos sociales y demandas obreras como la habilitación de escuelas nocturnas para trabajadores, comercio libre para evitar la especulación, el derecho a desahucio y suprimir el pago con fichas como salario, entre otras reivindicaciones.
El 5 de junio del año 1925, casi dos meses antes del plebiscito que aprobó una nueva constitución para Chile, vigente hasta el año 1880, se produjo la masacre obrera en la salitrera La Coruña, en la región de Tarapacá. Tal como había ocurrido en 1920 con la matanza de obreros de la oficina salitrera San Gregorio; en 1919 con la matanza obrera de frigoríficos en Puerto Montt; en 1907 en la matanza obrera de la escuela Santa María de Iquique; en 1906 en la matanza obrera de Plaza Colón en Antofagasta; en 1905 en los asesinatos masivos producto de la huelga de la carne en Santiago y en 1903 en la represión a la huelga portuaria de Valparaíso.
Luego de décadas en que la industria salitrera mantuvo un sistema de trabajo pagado con fichas y precarias condiciones para sus trabajadores y familias, los pampinos de La Coruña comenzaron en 1925, movilizaciones que desencadenaron en un paro general por parte de la Federación Obrera de Chile, teniendo como respuesta del gobierno de Arturo Alessandri Palma, el envío de militares a la zona, junto con la llegada de buques de guerra de la Armada al puerto de Iquique.
Entre negociaciones fallidas, la detención de dirigentes, la concentración de trabajadores del salitre y la toma de instalaciones, el gobierno de Chile decretó estado de sitio en Tarapacá y Antofagasta, por lo que tropas del ejército llegaron hasta La Coruña, donde los trabajadores atrincherados intentaron resistir el bombardeo a la oficina salitrera. Hombres, mujeres y niños trataron de escapar mientras el ejército no detenía el ataque con artillería y ametralladoras. Se estima que cerca de 2 mil pampinos fueron acribillados en La Coruña y que otros cientos fueron apresados y trasladados hasta el puerto de Iquique.
En 1925 la crisis social y económica estaba ya instalada y a la espera de una gran depresión mundial. Con fuertes caída en las exportaciones de salitre y con obreros decididos a mejorar sus condiciones de vida, la represión no se hizo esperar y el ejército, al igual como ocurrió durante las protestas generalizadas de octubre de 2019 y con la pandemia del SARS-Cov2, asumió las funciones de la policía.
Actualmente, circulan por las calles de Chile más de 74 mil efectivos de las distintas fuerzas armadas y de orden público, ya que según declaró a en abril de 2020, Alberto Espina, ministro de defensa de Chile, estarían trabajando para evitar la propagación del virus, por lo que la militarización de lo que queda es para el gobierno de Sebastián Piñera, el único escenario posible en respuesta de sostenidas y urgentes demandas sociales que buscan mejorar la calidad de vida de las familias chilenas.