Estación del Libro 2019: Distintas épocas en un mismo lugar
Estación del Libro 2019: Distintas épocas en un mismo lugar
Bajo la administración de Perú Iquique fue reconocido como puerto mayor, por primera vez, el 13 de noviembre de 1843. Décadas más tarde la ciudad pasaba a integrar territorio chileno, alejándose de caseríos indígenas, minas de plata, piratas famosos y de una población que por siglos desarrolló cultura e identidad a base de la pesca del congrio, conocido como "charquesillo seco".
Con la segunda mitad del siglo XIX las exportaciones de salitre aumentaron junto a la comercialización de lana de alpaca y otros productos que diversificaron, en menor medida, la actividad portuaria del sur de Perú en 1860.
Diez años después, previo a la guerra del salitre que enfrentó a tres países, comenzó la construcción del primer trazado ferroviario de Tarapacá, conectando a Iquique con La Noria, localidad estratégica para el ciclo minero.
Bajo bandera chilena, la Estación de Ferrocarril de calle Sotomayor de Iquique albergó locomotoras de fabricación inglesa y norteamericana, con capacidad de transportar carga a través de la abrupta geografía del desierto. "El tren en muchos tramos debía recorrer acantilados que por las noches mostraban la más absoluta oscuridad y no podíamos viajar a más de veinte kilómetros por hora", recuerda Antenor Cortés, ex maquinista iquiqueño, actualmente de 83 años.
El edificio, monumento nacional desde 1977, establece una profunda relación con su entorno, articulando culturalmente a los barrios del puerto nortino y evocando un pasado pujante. “La estación tiene que ver con el desarrollo urbano de Iquique, que está ligada desde el siglo XIX al transporte del salitre, porque Iquique fue el puerto salitrero más grande del mundo”, relató el historiador Hvroj Ostojic, presidente del Centro Cultural Doña Vicenta, entidad organizadora de la primera versión de Estación del Libro 2019.
El evento cultural se realizó entre el 14 y 17 de diciembre en el andén de la estación, por lo que fue necesaria la coordinación público privada para intentar recuperar el histórico lugar. “Básicamente es una gestión doble, recuperamos la estación y realizamos el evento literario. Conseguimos cosas muy difíciles, como la reconstrucción parcial, el mejoramiento de la techumbre, el piso, radier e iluminación”, explicó Ostojic.
Durante cuatro días, editoriales nacionales, regionales y locales se hicieron presentes para interactuar con el público , especialmente con niños y jóvenes. La participación de expositores de productos con identidad local fue un agregado, ya que el programa de la Estación del Libro 2019 integró a gestores y organizaciones culturales de Iquique, para aportar con talleres literarios, teatro, cuenta cuentos, artes circenses y marionetas, además de exposiciones de economía creativa. “Estos lugares, el puerto y la estación, lugares de llegada y salida de gente, eran barrios muy enriquecidos con esa presencia. Llenos de hoteles, negocios, el tren pasando por las calles, por las partes centrales de la ciudad, teníamos un ferrocarril que pasaba por calle Sotomayor y llegaba hasta el puerto, absolutamente ligado”, relata el historiador iquiqueño.
La Estación del Libro fue organizada por el Centro Cultural Doña Vicenta, con el financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y el auspicio de la Cámara Chilena de la Construcción. Además de la colaboración de la Universidad Arturo Prat, la Seremi de Justicia y Derechos Humanos, junto al Registro Civil. “Necesitamos que La Estación de Trenes de Iquique termine como un espacio integral que le sirva a todos y que agrupe a todas las instalaciones aledañas que son Monumento Nacional, y lo que hay que hacer es pedir, pedir y pedir”, recomendó Hvroj Ostojic, presidente del Centro Cultural Doña Vicenta.